José Alejandro Godoy, autor del Blog denominado "Desde el Tercer Piso" y ya desde un tiempo con Web propia, es un ex alumno de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú, y no por decirlo menos uno de los grandes Blogueros que destapa cada suceso político que acontece en nuestra querida patria, aparte de ello un gran investigador y seguramente un gran abogado. Somos asiduos lectores de sus notas, es por ello que ya hace un buen tiempo, el publico un artículo de lo que era "Reflexiones de Inicio de Carrera", y da cuenta allí de lo que es dejar las aulas universitarias para poder empezar a poner en práctica lo que nos enseñaron en la Universidad. Un artículo muy bueno, con mucha motivación y sobre todo con el concepto por el cual se debería entender a cabalidad el por qué salimos como Abogados y el rol que cumpliremos dentro de la sociedad. Es por ello que ya después de mucho tiempo lo pongo aquí, para que pueda servir a todos los que logren dar con él, como muestra de lo que verdaderamente asumiremos al concluir esta gran carrera de Derecho en nuestras Universidades, y de antemano todos los créditos son de la Web "Desde el Tercer Piso".
REFLEXIONES DE INICIO DE CARRERA
Autor: José Alejandro Godoy
Para Beatriz Boza, Javier Ciurlizza, Eduardo Dargent, Javier Neves y Elizabeth Salmón. Se ganaron el justo derecho de llamarlos maestros.
Toda historia tiene su inicio y su final. La mía en la PUCP tendrá su conclusión este viernes. Pero comienza otra, en la que el Derecho, de alguna u otra manera, estará presente. Y es por ello que me tomo la libertad de dejar a un lado la reflexión coyuntural para, en voz alta, dar algunas pequeñas ideas respecto a la vocación que escogí y a lo que he podido aprender en estos años. Más que un compilado contaminado de juridicidad, es un testimonio personal.
Ciertamente, los abogados nos hemos ganado una mala fama. Se nos acusa de enredados, corruptos, poco consecuentes con la justicia, manipuladores del lenguaje y capaces de defender hasta al mismísimo Satanás. No en vano nos hemos ganado dicha impresión. Muchos colegas han hecho de la profesión ciertamente algo reñido con la competencia profesional, la ética y la defensa de los valores democráticos. Mencionar ejemplos sería ocioso, pues todos nos hemos topado con un letrado que tenga alguna de estas características. Y claro, cuando hago con sarcasmo la pregunta: ¿qué sería del mundo sin los abogados?, 9 de cada 10 personas me responden: un lugar mejor.
Cuando escogí la carrera de Derecho – luego de dilucidar entre Historia y Periodismo como otras opciones – lo hice consciente de esa mala imagen de la profesión. Y también lo hice en un momento particular de nuestra historia: cuando la ley era manipulada por una dictadura de manera tal que podía permitir arbitrariedades mayores y las instituciones eran absolutamente maltratadas. Ese fue un primer impulso para plantearme el camino jurídico: evitar que el colapso institucional sea mayor.
A pesar que la caída del régimen autoritario se produjo antes que entrara propiamente a la Facultad, creo que ese reto sigue presente. Aunque en menor medida, los recursos legales son utilizados como armas para la arbitrariedad y el gobierno que tenemos ahora no es precisamente fanático de la consolidación institucional, más allá de medidas aisladas. Ser abogado en el Perú implica lidiar con esta precariedad, pero también nos impone un reto: hacer que la institucionalidad se pueda consolidar. Buena parte de esa inquietud ha sido plasmada en la mayor parte de los cerca de 900 posts que tiene este blog en casi tres años.
En el camino recorrido he ido aprendiendo varias lecciones profesionales y personales. Quizás la primera de ellas es que, ante todo, somos seres humanos, que debemos preguntarnos quienes somos y que queremos. La respuesta a estas inquietudes no será la misma conforme andamos en el tiempo, pero si persiste una esencia personal en cada afirmación que damos a dichas interrogantes. Como alguien me dijo: La cantidad y calidad de tus dudas deben alegrarte más que preocuparte, pues son una señal de que estás “vivito y coleando”.
La segunda, es que no se puede ser un buen abogado – mejor dicho, un buen profesional – si es que no se adquieren destrezas, competencias y conocimientos. ¿Qué implica ello? Para quienes optamos por esta locura llamada Derecho, pues nos lleva a leer harto, hacernos varias preguntas, intentar mejorar cada día nuestra redacción y nuestra expresión oral. Si no contamos con las herramientas necesarias para pensar jurídicamente – ojo, hablo de pensar y no de paporretear códigos, pues las leyes siempre pueden cambiar -, pues ofreceremos un mal servicio a la persona que nos contrata y seguiremos contribuyendo a la mala imagen que tenemos ante buena parte de la sociedad.
Una tercera, que me toca de manera cercana, es tener en claro que nos proyectamos a la comunidad en la que vivimos. En apariencia, alguien que se dedica a ver los impuestos de una empresa no tiene la misma proyección social que dar que alguien que tiene como tema central la protección de los derechos humanos. Sin embargo, el mismo hecho de ser honesto con el trabajo que se hace, tener en cuenta las consecuencias de los actos que se van a avalar ya implica tener en cuenta a quienes te rodean y constituye un gran paso para sacudirnos del prurito de defensores de lo indefendible.
Como pretendo ser algo breve, dentro del desborde verbal que caracteriza a este espacio, me permito cerrar con una comprobación. Los abogados no tenemos la última palabra sobre todo. Aun en sociedades como la nuestra, se sigue pensando que los hombres de leyes manejan todos los temas y tienen respuestas para todo. Con el pasar de los años, me doy cuenta que necesitamos de nuestros amigos antropólogos, comunicadores, sociólogos, economistas, lingüistas, filósofos y un largo etcétera para poder comprender – o intentar comprender – la compleja realidad del mundo de hoy. La palabra multidisciplinariedad es síntoma de estos tiempos.
Una mención final para quienes puse al inicio de este post. Quienes veo como maestros y amigos – y no solo como meros docentes – me enseñaron a ver muchas de estas cosas que les he comentado, a través de distintas áreas tan disímiles como el conocimiento de la responsabilidad profesional y con nosotros mismos, la defensa de la dignidad del ser humano, la reflexión teórica pura y aplicada y las herramientas para pensar jurídicamente desde lo laboral y lo internacional. Y por supuesto, tener en cuenta que hay un mundo más allá de lo jurídico que es interesante vivir y sentir.
Decía al inicio que todo tiene un inicio y un final. Ciertamente este post también lo tiene. Pero no quiero cerrar esta reflexión meramente personal sin preguntarme si, luego de 50 años de egresado, tendré la misma intensidad con la carrera que escogí que la que tengo ahora. Quizás la mejor respuesta esté en una frase que le robo a Frank Lloyd Wright: La juventud es un estado de ánimo. La juventud implica ideas frescas, audacia e ir siempre detrás de la verdad. El tiempo me dirá si es que ese ánimo que quiero conservar hasta que la vida me indique la puerta de salida se habrá mantenido. El intento de hacerlo comienza hoy.
Comentarios que dejaron al artículo.
Alfredo P. dice:
4 Diciembre 2007 a las 12:37 am
Buen Post amigo, me hizo recordar lo que sentìa cuando abandoné las aulas de la gran PUCP y me dispuse a enfrentar al mercado laboral.El mercado laboral para abogados es ahora recontra-hiper-salvaje, hay una masa enorme de egresados de distintas universidades que pugnan por un trabajo.Pero tú eres un egresado PUCP, recuérdalo, eso te da ventaja sobre los demás.Por eso, un consejo: saca tu título lo más pronto posible, deja de alucinar que vas a poder sustentar una tesis. Desde ya anda buscando tus expedientes para tu exámen de grado.Con el título en mano vas a tener mayores probabilidades de encontrar trabajo.
Saludos.
Alfredo P.
Jomra dice:
4 Diciembre 2007 a las 5:08 am
Saludos
Últimamente le noto nostálgico de algo que aún no pasa (y bien ligado a la universidad, me impresiona lo que hace la PUCP con sus egresados, pocos conozco que no sean hinchas de su casa de estudios :P), pero eso, en contra de lo que pueda parecer, le lleva a realizar reflexiones interesantes (y personales).
Me quedo con su llamado a la interdisciplinaridad, algo que veo como negativo en nuestro gremio es, en general, estar encerrados entre nuestros propios códigos, formas y pensares, y prestar, normalmente, poca atención en otras materias.
Sobre el resto: Un abogado, un fiscal y un juez poco tienen que ver con “la justicia”, más aún, creo que la ética del abogado puede ser un impedimiento en según qué casos (aunque es mejor que no tome dichos casos si van contra su ética, claro), igual con los jueces y fiscales. Los abogados están para lo que están, son los malos de la película o los buenos buenísimos según lo que les toque defender. No olvidemos que son lo que los intereses de sus clientes quieren que sean, no los defensores del sistema. Ahora bien, esto siempre se debe desarrollar “con la ley en la mano”, trampeándola en lo que se pueda, pero no saltándola a la torera (acá incluyo, por supuesto, el fraude de ley).
Me dirá que esto es bien cínico, y que no me puedo resguardar en el “alguien más cogerá el caso, mejor yo que otros”, no, no estoy diciendo eso. Elija nomás lo que cree que debe defender, pero considero importante que existan los defensores de lo indefendible, que existan aquellos que están al lado de los corruptos y demás llevando sus casos, porque son parte necesaria de la “defensa de los intereses de todos”. Y siempre con honestidad (ahí sí, un profesional que no cumpla con eso, mejor que se vaya).
En fin, me alargo en reflexiones propias que no van siquiera en consonancia con el espíritu de su corta entrada (en comparación :P), realmente sólo quería firmar para decirle:Mucha suerte en el examen y en la labor profecional tras la licenciatura.
Hasta Luego
Ernesto dice:
4 Diciembre 2007 a las 5:15 am
Mis felicitaciones por la etapa concluida, la cosa esta complicada con la sobrepoblacion de abogados que hay en el Peru, asi que habra que ponerle mas esfuerzo.
Dale una revisada a este articulo que hice sobre las diversas carreras y las demandas del mercado laboral asi como las necesidades del pais, se contrapone un poco a lo que dices, pero espero que te parezca valido.
pedro dice:
4 Diciembre 2007 a las 8:18 am
‘The first thing we do, let’s kill all the lawyers’Henry VI, Acto 4, escena 2
Alzheimer dice:
4 Diciembre 2007 a las 8:31 am
Ese solitario(a) que no da la respuesta correcta en el grupo de 10, probablemente sea un abogado.
Ernesto dice:
4 Diciembre 2007 a las 9:43 am
Es cierto lo que dice Jomra, al final sentimos bastante el peso de la camiseta a pesar de los años que pasan luego de dejar los caminos del Tontodromo.
“Trampeando la ley” en USA le llaman “tecnicismos”…. evitemos esos caminos, siempre me asombra la facilidad para interpretar de maneras opuestas (ya no digo ligeramente diferentes) algo, sera que mi condicionamiento dado por el metodo cientifico se rebela contra eso? Considero que parte de la interdisciplinaridad que comenta Jomra viene dada por aprovechar los caminos y metodologias de metodos de analisis de otras ramas del saber.
Christian Manrique dice:
4 Diciembre 2007 a las 10:10 am
Qué se te puede decir, JAG. Alas y buen viento.
Anonymous dice:
4 Diciembre 2007 a las 10:32 am
Si bien Alan García es abogado, eso no quiere decir que todos ellos son malos, Velasco fue militar y Fujimori ingeniero o matemático, por lo que parece que la maldad está uniformemente distribuida. Lo que el país necesita es profesionales comprometidos con el futuro y no con los intereses momentáneos. Ese es el reto. ¿Acepto este dinero hoy “en aras” de un “futuro más honesto”? Nos merecemos un país mejor, y eso pasa por licenciar a todos (casi sin excepción) los políticos sinvergüenzas que tenemos ahora atornillados en el poder. Que gente como tú se incorpore al quehacer nacional es una señal positiva. Suerte.
Ahmed dice:
4 Diciembre 2007 a las 11:14 am
Felicitarte y desear que el impulso moral,social y de búsqueda de lectura de la realidad te acompañe siempre. Que el espíritu PUCP te acompañe, aunque no creo eso de luz entre las tinieblas, si valoro la especial sensibilidad hacia el cultivo integral de la persona que tiene que ver con tu reflexion sobre la interdisciplinariedad.saludos
Manuel Enrique dice:
4 Diciembre 2007 a las 12:47 pm
Que bueno bro que ya estés por egresar de la PUCP. A mí me quedan aún dos semestres y cuatro cursos más (si es que apruebo los que estoy llevando ahorita) para terminar Comunicación para el Desarrollo. Y la voy a hacer en diciembre del 2008 si Dios quiere, y a pesar de muchos tropiezos, muchos cambios de rumbo, muchas zancadillas, muchas deslealtades y muchas tiradas de toalla de mi parte.
Y sobre todo, muchos años transcurridos. No te voy a decir cuántos para que no te asustes, pero para que te hagas una idea: yo llevé algunos cursos en EEGGLL y Derecho con tu profe Dargent (saca tu cuenta…)
Pero mejor no me adelanto y espero diciembre del 2008 para hacer un post alusivo, así como el tuyo. Espero seguir bloggeando para esa fecha.
Un abrazo
diego dice:
4 Diciembre 2007 a las 12:52 pm
“Con el pasar de los años, me doy cuenta que necesitamos de nuestros amigos antropólogos, comunicadores, sociólogos, economistas, lingüistas, filósofos y un largo etcétera para poder comprender – o intentar comprender – la compleja realidad del mundo de hoy.”
con el pasar de los años no te has dado cuenta que los ingenieros también existimos, y que sobre todo, ingeniería no es solo una carrera, sino varias y muy distintas.
tan clásico en la gente de letras.
Ernesto dice:
4 Diciembre 2007 a las 4:28 pm
No queria decirlo Diego, para no malograr la celebracion, pero bien dices. En mi epoca solo se acordaban de EEGGCC y FACI cuando tocaban elecciones Fepuc y a la Asamblea, porque quieras que no, no se podian ganar elecciones sin nuestros votos.
Y recordemos siempre: 1+1=2 y no “depende”.
ocraM dice:
4 Diciembre 2007 a las 7:22 pm
qué resentido ese ingeniero diego. eso sí que es clásico.
Jose Alejandro Godoy dice:
4 Diciembre 2007 a las 7:56 pm
Ingenieros, calmense, la omisión no fue adrede, mil disculpas.
El Paki dice:
4 Diciembre 2007 a las 10:49 pm
Nada, felicidades y buenaventura en las lides laborales, a como va la cosa pues… difícil, pero no lo será mucho para ti, con rescatar que redactas muchísimo mejor que algunos abogados duchos que conozco, además de la profundidad investigativa de tus temas, la verdad no te será muy difícil.
Rescato además la mención a tus maestros, tuve la suerte de trabajar muy cerca al doctor Neves, quien es un ejemplo viviente de honradez, entereza y sobre todo humildad, un gran hombre en todo el sentido de la palabra, y sí, un maestro.
Mis mejores deseos y un abrazo.
El Paki
Catalina dice:
5 Diciembre 2007 a las 1:26 am
Me llamó esta frase “luego de 50 años de egresado, tendré la misma intensidad con la carrera que escogí que la que tengo ahora”. Aunque no te conozco, confío mucho en que así será. Nostalgia de los últimos días de universidad, el “futuro profesional” se ve de otra forma…etc. Lo comparto de alguna forma. Te quedan 3 días, a mi 14. Un gran abrazo.
Anonymous dice:
5 Diciembre 2007 a las 1:04 pm
“La juventud es una enfermedad que se cura con el tiempo” (No sé quien lo dijo)
KTC dice:
5 Diciembre 2007 a las 3:24 pm
GRADUACIÓN
Hoy dejan ustedes la condición que, para quienes terminamos aquí, es casi siempre, la más fascinante de nuestra vida: la de estudiante universitario:
A diferencia de los años infantiles del colegio, que los cursamos por cuenta y bajo dependencia ajenas, es decir, pagados por nuestros padres y fiscalizados por ellos y los profesores y autoridades; estos juveniles años los transitamos con la mejor combinación: normalmente financiados por otros, pero libres en las decisiones.
Hay, pues, una tercera categoría entre la subordinación escolar y la autonomía profesional: es la insubordinación universitaria, que suma las ventajas de cada una de las otras.
Esta situación demanda la mayor responsabilidad a sus beneficiarios porque están en un proceso formativo que se confía principalmente a ellos mismos.
Cuando ingresaron a nuestra Facultad de Derecho, eran diferentes no sólo en sus experiencias personales y situaciones socioeconómicas, sino también en sus concepciones globales.
Hoy, que culminan su ciclo universitario, siguen siendo distintos.
La función de la Universidad no ha sido la de uniformarlos.
Solo buscó otorgarles a todos la misma oportunidad de formarse, para que asumieran con más sustento sus propias convicciones, para que afirmaran la identidad que quisieron darse y para que se vincularan con los demás sobre esa sólida base.
Una auténtica Universidad, como la nuestra, estimula la convivencia en la diversidad.
Solo así se ejerce el respeto, el diálogo y el acuerdo; que son elementos sin los cuales la vida en común queda desprovista de sentido, en cualquier instancia: la política, la universitaria, la familiar.
El punto de partida -como diría nuestro poeta Luis Hernández- está en reconocer en otra figura un semejante:
“… Un semejante, y,como tal, siempre digno, aun cuando fuere indigno de su dignidad”
Nuestra Universidad es una de las pocas verdaderas instituciones de nuestro país, justamente porque está impregnada de esos valores.
Por eso, ahora propóngase culminar solo la etapa transitoria pero no la actitud permanente de estudiantes; para lo cual; yo les digo:
Llévense la Universidad en ustedes, “saqueénla”; no me refiero; claro, a los llamados valores inmobiliarios y mobiliarios, importantes en esta hermosa Universidad de venados y rosas, sino a los valores académicos y éticos mucho mayores todavía en esta verdadera Universidad de pensamiento libre.
Carguen con la que puedan de esto, y no se preocupen por los que quedan o los que vienen, porque la Universidad, a diferencia de los inmuebles y los muebles, es inagotable.
Ella podría expresar, como el personaje de Shakespeare: “cuanto más te doy, más me queda para darte, pues lo que te entrego y lo que guardo, todo es infinito”.
Ojalá sea esto lo que han venido haciendo ustedes desde su ingreso: “robo sistemático”, así lo tipifican.
Por otro lado, la Universidad ha hecho lo mismo con ustedes, también ella los ha “saqueado”; de nuevo, no soy literal, no me refiero a las pensiones que ustedes pagaron por su enseñanza;
La Universidad los ha incorporado a ustedes, en su inteligencia, en su creatividad; en su alegría.
Ambos han dado todo y ambos tienen ahora más, figura imposible en derecho de los contratos, pero no en las cosas del alma.
Ojalá sientan ustedes, ahora que dejan el inmueble y los muebles de la Universidad, que lo demás les pertenece, forma parte de ustedes para siempre.
Sientan, fuera ya -Van Gogh lo escribía en una carta- que “el molino ya no está, pero el viento sigue todavía”:
Tengan en cuenta que su convivencia con el derecho, que hacia atrás tiene una antigüedad de apenas cuatro años hacia adelante tiene una perspectiva de toda la vida; no les será posible, en consecuencia, practicarla, si de veras no aman a su profesión.
Tal vez en esta materia; como en los derechos fundamentales; hay un contenido mínimo y otra máximo, que podría sintetizarse así: que su profesión les guste pero que no les baste:
Que les guste; porque creo que nadie puede convivir con lo que no quiere; incluso, si su disgusto fuera extremo, no habría si no que dejar el derecho, con valentía y honestidad, sin consideraciones mercantiles de por medio.
Bryce, que estudió derecho y ejerció literatura, dice en una entrevista que escribe para que lo quieran: “quiero que me quieran por las cosas que hago”; he allí la meta de una vida; y nadie puede ser querido por lo que hace si, a su vez, no quiere lo que hace.
Que les guste; pues, pero que no les baste.
El derecho no puede serles suficiente: está bien la norma y la doctrina y la sentencia y el contrato, pero no se olviden de aquellos que para ser queridos no hicieron derecho sino música, cine, pintura, poesía.
Recuerden a aquel señor “que nunca ha olido una flor, ni ha mirado una estrella, y que jamás ha querido a nadie”, a quien le dice “El Principito” que “eso no es un hombre, ¡es un hongo!”.
La técnica importa, pero más que ella el hombre; los grandes juristas; sin duda, fueron también grandes humanistas; no nos resignemos a ejercer una profesión deshumanizada, en una sociedad cada vez menos humana.
Tengamos siempre en cuenta, además, que convivimos con una profesión que dice perseguir la razón; la verdad y la justicia, y no las encuentra: ¿se esconden bien o las busca mal?.
Según las encuestas de opinión, la abogacía es la carrera más desprestigiada en nuestro país; sólo nos ganan los políticos que, desgraciadamente, son en su mayoría abogados.
El descrédito es mayor en los sectores populares, que no acceden realmente a una administración de justicia, y son frecuentes víctimas del infame abuso de policías, abogados y jueces.
¡Cuántos siglos nos acusan!
Por eso, aquí, frente a sus padres y familiares, a sus compañeros, a sus profesores y autoridades, y, sobre todo frente a María Inmaculada y a su propia conciencia, hagan ustedes, hagamos todos, el juramento de no manchar el derecho ni mancharnos nosotros mismos con su ejercicio.
Una última palabra, que resume mí mayor deseo para ustedes: sean jóvenes siempre, con lo de sencillos y claros y rebeldes y esperanzados, que eso significa; no se instalen nunca, ni en la mediocridad ni en la corrupción; tengan ideales y luchen por ellos, aunque sepan que serán vencidos..
Termino nuevamente con Luis Hernández. El dijo de un buen hombre y de un buen profesional, algo que al fin de nuestros tiempos ojalá pudiera decirse de cada uno de nosotros:
” … que existióEn vano, en vano, y Que, en vano, fueUn [abogado] honrado…Pero hay cosas en Vano que valen la Pena”.
Muchas gracias.
Javier Neves Mujica - Dic. 2005
Eduardo Villanueva dice:
5 Diciembre 2007 a las 4:01 pm
Felicidades José Alejandro. No te deseo éxitos porque es como bien obvio que los tendrás.